EL PRIMER MANDAMIENTO: AMARAS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS.
Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Tú puedes tener mucho más cariño al cuadro que pintó tu hija, que a cualquiera de los cuadros que se exponen en el Museo del Prado de Madrid, aunque reconozcas que estos últimos tienen mucho más valor artístico. El amor a Dios es apreciativo.
Segundo Mandamiento : No tomarás el nombre de Dios en vano
El segundo mandamiento nos ordena reverenciar el santo nombre del Señor, y hablar siempre de Dios y de las cosas santas con profundo respeto que se manifiesta pronunciando e invocando, ya sea el santo nombre de Dios, ya el de su único Hijo Nuestro Señor Jesucristo, con sentimientos de piedad y veneración
EL TERCER MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES: SANTIFICARÁS LAS FIESTAS.Santificar las fiestas es oír Misa entera y no trabajar sin verdadera necesidad92 .
El día más grande del año es el domingo de la Resurrección del Señor. Todos los domingos son una conmemoración de este gran día de Pascua.
En el Antiguo Testamento el día de fiesta era el sábado.
Pero los Apóstoles lo trasladaron al domingo porque en este día resucitó Nuestro Señor93
El día más grande del año es el domingo de la Resurrección del Señor. Todos los domingos son una conmemoración de este gran día de Pascua.
En el Antiguo Testamento el día de fiesta era el sábado.
Pero los Apóstoles lo trasladaron al domingo porque en este día resucitó Nuestro Señor93
EL CUARTO MANDAMIENTO: HONRAR PADRE Y MADRE
E1 cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los demás miembros del grupo familiar. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, etc. Este mandamiento implica y sobreentiende también los deberes de los padres y de todos los que ejercen una autoridad sobre otros
5) NO MATARÁS
- Nadie tiene derecho, por ningún motivo, a quitar la vida a otro. Sòlo Dios es quien da y quita la vida.
- Es pecado mortal el ABORTAR , que no es màs que MATAR a tu propio hijo, a una criatura que ni siquiera puede defenderse y que, por pequeñito que sea, ya tiene un ¨alma¨ y ya es hijo de Dios.
- Es tambièn pecado contra este mandamiento, el suicidarse.
- Este mandamiento pide : a) respetar tu propia vida y salud; por esto no debes beber alcohol en exceso y està totalmente prohibido contaminarte con drogas. b) respetar la vida de los demàs; por lo que prohíbe la guerra, la tortura, el terrorismo, el secuestro y cualquier acto que atente contra vida de las personas. |
trabajado por maria flores lobaton
6) NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS- Este mandamiento incluye varias cosas, y hay que ser muy claros:a) Los hombres debemos aprender a dominar nuestras pasiones, debemos respetar nuestra sexualidad. Esto significa la CASTIDAD.
b) Las principales ofensas a la castidad son: la lujuria, la masturbación, la fornicación y la pornografía, la prostitución, la violación y las prácticas homosexuales.
c) Ya casados, nuestro amor debe ser fiel y durar hasta el dìa de la muerte.
d) Son pecados mortales también :
- El adulterio, o sea tener relaciones con otra persona que no sea nuestro esposo o esposa.
- El tener más de un esposo o esposa.
- El abusar sexualmente de cualquier persona y peor de nuestros hijos.
- El vivir y tener relaciones sexuales con alguien antes de casarse por la Iglesia.
- El divorciarse y volverse a casar con otro.
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MANDAMIENTO: NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS
El sexo y lo relacionado con él en tiempos pasados se consideraba algo malo, un tabú. Hoy en día se ha pasado al otro extremo, en donde hay ausencia de pudor. Los extremos son malos. Hay que tratar este tema con respeto, discreción y pudor.
La causa de estos dos errores se basa en que ni antes ni ahora se supo integrar la sexualidad dentro de la dignidad de la persona humana, es más, se quiere separar la sexualidad de la personalidad. Pero en cuanto sepamos integrarla, no se darán los atropellos ni las degradaciones sexuales.
Consecuencias de estos errores:
La causa de estos dos errores se basa en que ni antes ni ahora se supo integrar la sexualidad dentro de la dignidad de la persona humana, es más, se quiere separar la sexualidad de la personalidad. Pero en cuanto sepamos integrarla, no se darán los atropellos ni las degradaciones sexuales.
Consecuencias de estos errores:
- el amor queda reducido a genitalidad, es decir, al nivel físico de la sexualidad y esa sexualidad al instinto pasional y no racional. Lo animaliza, lo degrada.
- la comercialización del sexo (prostitución, abuso de menores, exhibiciones).
- las fronteras entre sexología y pornografía se rompen (por ej. en los libros).
- trastornos patológicos vinculados al mal uso de la sexualidad.
- crímenes y delitos con fondo sexual.
- la perversión de la sexualidad, es decir, como el sexo es legítimo hago lo que quiero y por eso me permito tener relaciones con alguien del mismo sexo (Sodoma y Gomorra).
- se ayuda a los países del 3er. mundo con campañas de esterilización y de anticonceptivos, para que puedan satisfacer sus deseos sexuales, sin tener hijos. No se enseñan los métodos naturales, no se les da de comer.
Pecados
Se resume en uno solo: en buscar el placer sexual (con la mente, el deseo, la acción) fuera del matrimonio, que es el único marco natural querido por Dios, donde el sexo puede usarse. Se usa en el matrimonio para aumentar el amor y procrear hijos.
a) de pensamiento: son pensamientos, deseos, imaginaciones, recuerdos, emociones, que están orientados a la satisfacción sexual siempre fuera del matrimonio.
b) de palabra: relacionado a conversaciones deshonestas en donde se trivializa el sexo, se le rebaja, se burla de él.
c) de obra: podemos dividirlas en:
1. fornicación: es la unión sexual entre solteros, por lo tanto aquí caben las relaciones prematrimoniales que están reñidas con el amor, son muerte, frívolas, pasajeras, posesivas.
2. adulterio: es la unión sexual de un casado con otro, independientemente de que el otro sea casado o no. Es una injusticia contra el esposo/a, es una falta de lealtad, es un atentado contra la institución del matrimonio, se compromete el bien de los hijos.
3. violación: es la unión sexual realizada por la fuerza o con intimidación.
4. incesto: es la unión sexual realizado entre consanguíneos (padre-hija; madre-hijo).
5. masturbación o autoerotismo o vicio solitario: es la excitación voluntaria de los órganos sexuales para obtener placer. Los efectos son: traumas, obsesiones, se cierra el espíritu al egoísmo, se pierde la alegría, se aniquila la voluntad.
6. onanismo: viene de Onan (Gen.). Es la interrupción en el acto sexual del coito, arrojando el semen afuera, evitando la fecundación.
7. homosexualidad: realizar actos sexuales con personas del mismo sexo (Sodoma y Gomorra). Es antinatural.
8. bestialidad: acto sexual con un animal.
9. uso de anticonceptivos: incluyen los preservativos, profilácticos y cualquier otro medio para procurar el placer sin compromisos. Son pecados dentro y fuera del matrimonio.
10. difusión de la pornografía: son los espectáculos, publicaciones, revistas donde se destapa ese acto íntimo. Se usa al sexo como reclamo publicitario con fines económicos. Consiste en dar a conocer actos sexuales reales o simulados que quedan fuera de la intimidad de los protagonistas. Es grave porque ofende la castidad, desnaturaliza la finalidad del acto sexual, atenta gravemente contra la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público). Se busca una ganancia ilícita. Si se ven con fines excitantes es grave e impide la comunión. Las autoridades civiles deberían prohibir la producción y distribución de estas publicaciones o exhibiciones. Hay que apelar y formar la claridad de conciencia que es el núcleo donde está Dios.
11. prostitución: es el tráfico y venta de cuerpos. Cuando ese tráfico es de niños o adolescentes, se comete pecado de escándalo (el que hace algo malo al más pequeño...). El que lo hace mancha su cuerpo, su caridad, comete pecado de injusticia y de escándalo. Es siempre pecaminoso pero la miseria, el chantaje y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.
12. prácticas aberrantes: están orientadas a experimentar sensaciones sexuales de modo indigno y deshumanizado. Cuando la lujuria se adueña de alguien realmente lo arrastra a todo tipo de aberraciones, lo hace esclavo porque le quita lo más íntimo: la libertad. Se convierte en egoísta, pierde la voluntad y se cierra inteligencia a todo lo espiritual, se aleja de Dios.
Ultimas observaciones
- Los novios están llamados a vivir la castidad en total continencia. Cuidar las formas de ternura, no excederse en manifestaciones, propias de casados. Vivir la pureza en clave positiva ya sea la del célibe como la del casado.
- Para Dios el cuerpo tiene una finalidad, es un instrumento para dar vida, para trabajar, para construir la civilización del amor, es la expresión de nuestro alma.
- Apelar a la conciencia recta de cada uno y para ello debe ser formada. No puede reducirse la vida espiritual al "hasta aquí sí, hasta aquí no". Dios no escucha al impuro (Ej.: Herodes interrogando a Jesús) porque está en otra órbita.
Resumen
Tenemos que vivir la santa pureza, la virtud de la castidad. Pues el Señor ha dicho: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"(Mt 5,8).El Cuerpo de un cristiano, desde que recibió el Bautismo, es Templo de Dios, y no debemos profanarlo cometiendo pecados de impureza, que botan a Dios del alma y la hacen merecedora del infierno, si no se arrepiente bien antes de morir, a ser posible con una buena confesión.
- ¿Qué nos prohibe el sexto mandamiento de la Ley de Dios?
El sexto mandamiento de la Ley de Dios nos prohibe todos los pecados contrarios a la castidad; entre los más graves están la masturbación, la fornicación, la pornografía, las prácticas homosexuales y el adulterio. El sexto mandamiento prohibe también toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad. - ¿Son graves los pecados contra la pureza?
Los pecados contra la pureza, cometidos con pleno conocimiento y consentimiento pleno, son siempre graves. - ¿Cuáles son los medios principales para guardar la santa pureza?
Los principales medios para guardar la santa pureza son: la oración, la confesión y la comunión frecuentes, la devoción a la Santísima Virgen, la modestia y la guarda de los sentidos y la huida de las ocasiones de pecar, como conversaciones, miradas, lecturas, amistades y espectáculos deshonestos.
trabajado por :Maria Alejandra Alejandro Pomacaja
7) NO ROBARÁS
Este mandamiento manda :- Que nadie debe tomar lo que no es suyo, aunque se le antoje mucho, aunque el otro no se vaya a dar cuenta de que algo le falta.
- Ser ¨justos¨ y caritativos en el uso de los bienes que Dios le ha dado a cada quien. - Que respetemos y cuidemos todo lo que Dios ha creado como la naturaleza, los animales... - Que los que debemos hacerlo paguemos nuestros impuestos. - No dañar voluntariamente los bienes de otras personas. - Cumplir muy bien con nuestro trabajo o empleo - Pagar salarios justos |
trabajado por maria flores lobaton
SEPTIMO MANDAMIENTONo robarás
El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres.
Destino universal de los bienes y la propiedad privada
· Los bienes de la creación están destinados por Dios para todo el género humano.
· Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad.
· El destino universal de los bienes no contradice el derecho a la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo.
· El respeto a la propiedad privada promueve el bien común.
· El destino universal de los bienes continúa siendo primordial.
· "El hombre...debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de aprovechar no sólo a él, sino también a los demás" GS 69,1
o somos administradores de los bienes materiales y de los no materiales (profesión, talentos, recursos). Dios nos pedirá cuenta de que aproveche al mayor número de personas.
El respeto a la dignidad humana exige que se practique la virtud
· La virtud de la templanza modera el apego a los bienes materiales.
· La virtud de la justicia preserva los derechos del prójimo y le da lo que le es debido.
· la solidaridad para imitar al Señor que "siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza" 2 Cor 8, 9.
¿Cuáles son los principales pecados contra el séptimo mandamiento de la Ley de Dios?
Los principales pecados contra el séptimo mandamiento de la Ley de Dios son:
- Robar.
- Causar daño al prójimo en sus bienes.
- No trabajar conforme al deber o trabajar mal.
- No pagar el justo salario a los empleados y obreros.
- Servirse de la miseria del prójimo o de la escasez pública para acaparar o enriquecerse con injustas subidas de precio.
- No cumplir los deberes de propio cargo permitiendo que se perjudique al prójimo o al bien común.
- Prestar dinero u otra cosa exigiendo un interés excesivo.
- Engañar al prójimo en el comercio con pesos, medidas o monedas falsas, o con mercancías malogradas o averiadas.
- Retener bienes ajenos contra la voluntad de sus dueños.
- Sobornar o exigir coimas.
- Colaborar en cualquier robo o injusticia contra los bienes ajenos.
- Robar.
- Causar daño al prójimo en sus bienes.
- No trabajar conforme al deber o trabajar mal.
- No pagar el justo salario a los empleados y obreros.
- Servirse de la miseria del prójimo o de la escasez pública para acaparar o enriquecerse con injustas subidas de precio.
- No cumplir los deberes de propio cargo permitiendo que se perjudique al prójimo o al bien común.
- Prestar dinero u otra cosa exigiendo un interés excesivo.
- Engañar al prójimo en el comercio con pesos, medidas o monedas falsas, o con mercancías malogradas o averiadas.
- Retener bienes ajenos contra la voluntad de sus dueños.
- Sobornar o exigir coimas.
- Colaborar en cualquier robo o injusticia contra los bienes ajenos.
Obligación de reparar el daño
Cuando se roba o estropea algo produciendo un daño importante en los bienes de los demás, se comete un pecado grave; el pecado es venial si el daño es pequeño. El pecado grave se perdona en la confesión, si al arrepentimiento acompaña la intención (al menos) de devolver lo robado o reparar el daño; si no existe esta intención, el pecado no se perdona. Si ya no se tiene lo robado, hay que devolverlo de los bienes propios o comprar otra cosa igual a lo robado, y devolverlo. Si no se sabe qué hacer, preguntar al confesor.
Actitud ante los bienes de la tierra
a) Respecto a nosotros mismos. Sabemos que las cosas de la tierra están a nuestro servicio y que las necesitamos, pero hay bienes mucho más importantes: el amor a Dios y al prójimo demostrado con obras, que son bienes que llevan al cielo. A estos debemos aspirar, estos son los que hemos de adquirir y conservar con esfuerzo.
b) Respecto a los demás. No se trata sólo de no robar; el cristiano ha de compartir sus bienes con los que tienen necesidad, si quiere ser fiel al Evangelio. Entre las diversas formas de vivir el encargo de Jesucristo, podemos señalar: ayudar a los demás, especialmente a los más próximos, como son los padres, hermanos, etc.; trabajar -o estudiar si es el caso- porque así participamos en la obra de la creación y, unido a Cristo, el trabajo puede ser además redentor; ayudar a los pobres y necesitados con limosnas y visitándoles para hacerles pasar un buen rato. También tenemos obligación de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, como señala el quinto mandamiento de la Iglesia, que cada uno ha de vivir según sus posibilidades (por ejemplo, siendo generoso en la ofrenda cuando vamos a la Iglesia el domingo). Es decir, las obras de misericordia con para practicarlas.
Trabajado por: Maria Alejandra Alejandro Pomacaja
El octavo mandamiento:No diras falsos testimonios ni mentiras
El octavo mandamiento prohibe decir mentiras y todo lo que atenta a la fama y al honor del prójimo. El mandato dice: No levantar falso testimonio, ni mentirás. En otras palabras: “No mentirás”.
Este mandamiento nos prescribe los deberes relativos a:
La veracidad, el honor, la fama.
Siempre hay que decir la verdad. El hombre debe obrar íntegramente bien en cada acto.
Verdad: Adecuación o correspondencia entre la realidad y lo que pensamos. La verdad es la relación adecuada entre la mente y el objeto.
Verdad objetiva es la relación adecuada entre mente – objeto y sin obstáculos.
La verdad subjetiva es cuando la relación mente – objeto no es adecuada, por causa de algún obstáculo. En muchas ocasiones puede haber errores y la persona no se da cuenta de ellos, o tener la verdad objetiva entre multitud de equivocados.
Ahora bien, Sto. Tomás nos dice que la verdad es algo divino porque Dios en Sí mismo es la Verdad. Por lo tanto, este atributo tienen que vivirlo las creaturas.
El hombre tiene la capacidad de expresar y comunicar sus pensamientos y sentimientos y esto lo hace a través de las palabras.
Para hacer uso de estas facultades se necesita vencer dos tendencias:
-La dificultad para discernir lo verdadero y lo falso.
-La inclinación a deformar u ocultar la verdad.
Emplear bien la palabra es un deber de justicia, pues todo hombre tiene el derecho de no ser engañado, y como consecuencia de su dignidad de persona, tiene el derecho a la fama y al honor.
La virtud que tiene por objeto lo anterior es la veracidad: que nos inclina a ser siempre fieles a la verdad.
Cuando no se expresa la verdad con las palabras, lo llamamos mentira: que es decir lo contrario de lo que se piensa con la intención de engañar. Catecismo 2508
Cuando no se expresa la verdad con gestos, lo llamamos simulación.
Cuando no se expresa la verdad con todo el comportamiento, lo llamamos hipocresía: que es la vivencia de lo contrario con o que se predica o piensa Mt. 23, 24-28.
La falsedad es afirmar algo estando equivocados por no conocer con exactitud un dato, es diferente a la mentira.
La necesidad de la veracidad es muy clara: Las palabras son la manifestación externa de las ideas, por lo tanto no se puede expresar lo contrario al pensamiento porque esto rompería el orden de las cosas que Dios ha puesto. Además, la veracidad es necesaria para la vida social, si no hay confianza entre los hombres, no hay convivencia. Por ello, nunca está permitido quebrantar la verdad directamente.
Jamás es lícito mentir. Este principio está basado en la naturaleza de la misma. No está prohibida porque sea algo malo. La malicia de la mentira consiste en el desacuerdo entre lo que se piensa y lo que se dice, no tanto en la falsedad de las palabras. Para que haya mentira no hace falta engañar a los otros, basta con que haya una falta de adecuación entre lo que se piensa y lo que se dice. La gravedad de la mentira depende del daño que se puede causar.
La mentira se divide en
Mentira jocosa: una broma.
Mentira oficiosa: cuando se dice para favorecer a una persona o comunidad o ideología.
Mentira dañosa: mentira calumniosa, daña la imagen de alguien.
La gravedad de la mentira depende del tipo de mentira. La jocosa y la oficiosa normalmente son leve. La mentira dañosa puede ser grave. La mentira en cuestiones de fe es pecado mortal.
Este mandamiento nos prescribe los deberes relativos a:
La veracidad, el honor, la fama.
Siempre hay que decir la verdad. El hombre debe obrar íntegramente bien en cada acto.
Verdad: Adecuación o correspondencia entre la realidad y lo que pensamos. La verdad es la relación adecuada entre la mente y el objeto.
Verdad objetiva es la relación adecuada entre mente – objeto y sin obstáculos.
La verdad subjetiva es cuando la relación mente – objeto no es adecuada, por causa de algún obstáculo. En muchas ocasiones puede haber errores y la persona no se da cuenta de ellos, o tener la verdad objetiva entre multitud de equivocados.
Ahora bien, Sto. Tomás nos dice que la verdad es algo divino porque Dios en Sí mismo es la Verdad. Por lo tanto, este atributo tienen que vivirlo las creaturas.
El hombre tiene la capacidad de expresar y comunicar sus pensamientos y sentimientos y esto lo hace a través de las palabras.
Para hacer uso de estas facultades se necesita vencer dos tendencias:
-La dificultad para discernir lo verdadero y lo falso.
-La inclinación a deformar u ocultar la verdad.
Emplear bien la palabra es un deber de justicia, pues todo hombre tiene el derecho de no ser engañado, y como consecuencia de su dignidad de persona, tiene el derecho a la fama y al honor.
La virtud que tiene por objeto lo anterior es la veracidad: que nos inclina a ser siempre fieles a la verdad.
Cuando no se expresa la verdad con las palabras, lo llamamos mentira: que es decir lo contrario de lo que se piensa con la intención de engañar. Catecismo 2508
Cuando no se expresa la verdad con gestos, lo llamamos simulación.
Cuando no se expresa la verdad con todo el comportamiento, lo llamamos hipocresía: que es la vivencia de lo contrario con o que se predica o piensa Mt. 23, 24-28.
La falsedad es afirmar algo estando equivocados por no conocer con exactitud un dato, es diferente a la mentira.
La necesidad de la veracidad es muy clara: Las palabras son la manifestación externa de las ideas, por lo tanto no se puede expresar lo contrario al pensamiento porque esto rompería el orden de las cosas que Dios ha puesto. Además, la veracidad es necesaria para la vida social, si no hay confianza entre los hombres, no hay convivencia. Por ello, nunca está permitido quebrantar la verdad directamente.
Jamás es lícito mentir. Este principio está basado en la naturaleza de la misma. No está prohibida porque sea algo malo. La malicia de la mentira consiste en el desacuerdo entre lo que se piensa y lo que se dice, no tanto en la falsedad de las palabras. Para que haya mentira no hace falta engañar a los otros, basta con que haya una falta de adecuación entre lo que se piensa y lo que se dice. La gravedad de la mentira depende del daño que se puede causar.
La mentira se divide en
Mentira jocosa: una broma.
Mentira oficiosa: cuando se dice para favorecer a una persona o comunidad o ideología.
Mentira dañosa: mentira calumniosa, daña la imagen de alguien.
La gravedad de la mentira depende del tipo de mentira. La jocosa y la oficiosa normalmente son leve. La mentira dañosa puede ser grave. La mentira en cuestiones de fe es pecado mortal.
Hecho por: Brenda Garcia López.
8VO. MANDAMIENTO: NO LEVANTAR FALSO TESTIMONIO NI MENTIR
En este mandamiento se prohibe la mentira y se manda respetar la buena fama del prójimo.
Debemos amar la verdad, porque Cristo es la verdad y El nos enseñó que la Verdad nos hace libres y nos santifica.
Recuerda que a ti no te agrada ni quieres que te engañen ni que hablen mal de ti, pues tu tienes que amar al prójimo como a ti mismo, y por tanto no mientas ni hables mal de nadie, ni le quites la buena fama, porque esto lo prohibe Dios en este mandamiento. El chismear puede ser pecado de murmuración.
En este mandamiento se prohibe la mentira y se manda respetar la buena fama del prójimo.
Debemos amar la verdad, porque Cristo es la verdad y El nos enseñó que la Verdad nos hace libres y nos santifica.
Recuerda que a ti no te agrada ni quieres que te engañen ni que hablen mal de ti, pues tu tienes que amar al prójimo como a ti mismo, y por tanto no mientas ni hables mal de nadie, ni le quites la buena fama, porque esto lo prohibe Dios en este mandamiento. El chismear puede ser pecado de murmuración.
I) Deberes con la verdad
- conocerla, conocer la verdad de Dios. No es un Dios justiciero, castigador, vengativo, esa es la mentira. Es Padre, misericordioso, que espera, lleno de alegría. Cristo es compañero, amigo, alimento, esperanza, luz, resurrección. Espíritu Santo dulce huésped, la Iglesia es madre, maestra, está para iluminarnos, ayudarnos, orientarnos, consolarnos. La verdad del mundo, creado por Dios con sus leyes, misterios, incógnitas. Hay que conocer la verdad de cuanto nos rodea (de dónde venimos, a dónde vamos, de nuestro origen, de nuestro fin). Estamos en la tierra para cumplir una misión, venimos y vamos a Dios. La verdad de la riqueza que es para mantener a la familia y subsistir, no para ser ricos, la verdad de la juventud, explotada por los ricos, la de los niños (inocencia, pureza), del pecado (no a las relaciones prematrimoniales, eutanasia, divorcio), del amor (llegar virgen al matrimonio).
- decirla, sin miedos, sin respetos humanos. Nuestra palabra debe ser el vehículo honesto de lo que pensamos, por nuestra palabra hacemos partícipe al otro. La palabra es el puente que hace transparente lo que hay en el corazón.
- vivirla, en nuestro obrar, la verdad de comportamiento. Somos cristianos y debemos obrar como tales. Hay que ser coherentes entre lo que profesamos y lo que somos. No decir somos cristianos y no vamos a misa. Si somos casados vivir nuestro comportamiento como casados. Ser sinceros, leales, auténticos, fieles, transparentes.
- defenderla y dar testimonio de ella como los primeros cristianos, como Cristo ante Pilato, como San Pablo ante los jueces. El martirio es el supremo testimonio de la verdad en nuestra fe. No debemos renegar de ella.
- El apóstol no debe tener miedo a decir la verdad porque no es suya sino de Dios. La verdad engendra odio.
II) Ofensas a la verdad
1.- hipocresía: es mentir con la vida (no con las palabras que es mentira), actuar de modo contrario a lo que se predica o se piensa (fariseos). Es una de las formas más graves que presenta la mentira porque afecta nuestro ser, se estropea. Jesús la condenó con palabras terribles (Mt 23, 24-28).
2.- calumnia: es decir algo del prójimo que no ha hecho, que no ha cometido. Es muy grave y va contra la caridad, contra la justicia y contra el derecho de cada ser humano amante de su fama. Quita la paz.
3.- simulación: es mentir con los hechos, dando a entender con gestos exteriores lo contrario de lo que se piensa (Ej.: persona que delante del jefe se comporta bien y luego por detrás habla mal de él).
4.- falso testimonio: atestiguar falsamente delante de los jueces, poniendo de testigo a Dios. Además lleva consigo al perjurio porque se pisotea el juramento que hace el testigo antes de declarar. Es preferible no hacer juramento a hacerlos y no cumplirlos. Es una grave injusticia por el daño que se hace al prójimo y es pecado contra la fama.
5.- juicio temerario: se hace culpable el que admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo. Se peca contra la fama del prójimo.
6.- maledicencia, murmuración, difamación: es el que sin razón objetivamente válida manifiesta los defectos y las faltas de los otros a personas que lo ignoran.
7.- adulación o complacencia: decir a otro lo que le agrada, con intención de sacar ventaja.
8.- la mentira: es decir falsedad con intención de engañar. La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que se deforma (no es lo mismo mentir sobre un animalito que sobre el Papa), según las circunstancias (borracho), según las intenciones del que las comete y según los daños del perjudicado. La mentira atropella a la justicia y la caridad, además de atropellar las relaciones humanas. Va minando la sociedad, socava la confianza de los hombres y entraña reparación del daño causado (en secreto o públicamente).
9.- contumelia o injuria: es atacar al prójimo, en su presencia, con palabras o con golpes. Es una falta muy grave contra el honor del prójimo y contra la caridad. Exige la reparación privada o pública si hubo testigos.
10.- burla (escarnio, irrisión): es echar en cara al prójimo sus defectos, sus deficiencias, poniéndolo en ridículo. Es pecado contra la caridad y el honor del prójimo. La broma inocente y limpia es aconsejable, para crear un buen ambiente de alegría sana.
11.- maldición: es pedir un mal para el prójimo por odio. Se daña la caridad, pero también es una ofensa a Dios.
III) ¿ Se puede ocultar la verdad ?
1) El secreto: es el conocimiento de algo que no debe ser manifestado (se puede pero no se debe). Es una obligación interior.
Clases de secretos
a) de confesión: es sagrado y nunca debe ni puede el sacerdote revelarlo sin cometer un pecado grave (sigilo sacramental). Ej.: San Juan Nepomuceno.
b) profesionales: por ejemplo políticos, militares, juristas, médicos, directores espirituales o confidencias bajo secreto. Deben ser guardados salvo los casos excepcionales en los que, al no revelarlos, se podría causar daños ya sea al que se lo ha confiado como a un tercero. Se debe decir por deber de caridad.
Las informaciones privadas que perjudican al prójimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una razón grave y proporcionada.
Las informaciones privadas que perjudican al prójimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una razón grave y proporcionada.
2) Restricción mental: consiste en decir una frase o dar una explicación con un significado "capcioso" para el que escucha pero para el que lo dice es claro.
La restricción mental en sí es una mentira y no se debe usar, pero hay casos de convención social ya aceptados en la sociedad.
También se puede utilizar cuando están en juego valores mayores como salvar una vida, salvar a la familia, etc. Pero siempre es una imperfección.
La restricción mental en sí es una mentira y no se debe usar, pero hay casos de convención social ya aceptados en la sociedad.
También se puede utilizar cuando están en juego valores mayores como salvar una vida, salvar a la familia, etc. Pero siempre es una imperfección.
Trabajado por: Maria Alejandra Alejandro Pomacaja
noveno mandamiento de la ley de dios :
no consentiras pensamientos ni deseos impuros
El noveno mandamiento de la ley de Dios es «No consentirás pensamientos ni deseos impuros», y se refiere a los pecados internos contra la castidad: pensamientos y deseos.
Dice Jesucristo: «El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su corazón».
Nuestra moral cristiana no es una moral hipócrita, que se fija sólo en lo externo; al contrario, exige una congruencia entre el acto interno de la voluntad y la acción externa.
Hoy la televisión propaga las fantasías sexuales. Es un modo de difundir la inmoralidad, pues dicen los psicólogos que la idea lleva al acto. Por eso la moral católica manda rechazar los pensamientos y deseos deshonestos.
Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar también el camino que lleva a él. Se trata, naturalmente, de deseos de cosas prohibidas. Para los esposos son lícitos los deseos de todo aquello a lo que tienen derecho. Igualmente los novios pueden desear que llegue el día de su matrimonio.
Es claro que para que haya pecado en este mandamiento, como en cualquier otro, es necesario desear o recrearse voluntariamente en lo que está prohibido hacer. Quien tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos contra su voluntad, no peca. Sentir no es consentir. El sentir no depende muchas veces de nosotros; el consentir, siempre. El pecado está en el consentir, no en el sentir.
No creas que has consentido en un mal pensamiento porque haya durado más o menos. Puede ocurrir que te presente la imaginación toda una película de cosas, que si se piensan sin querer, no son pecado ninguno. Puede un pensamiento molestarte durante mucho tiempo, incluso durante días. Por muchas vueltas que te dé un mosquito, mientras tú no le dejes, no te pica. Si tú no aceptas el mal pensamiento, y haces todo lo posible por rechazarlo, no sólo no pecas, sino que mereces, y mucho, a los ojos de Dios.
Debes también distinguir entre el gusto y el consentimiento. Es muy posible que sientas atracción, que sufras conmoción orgánica; y, sin embargo, mientras tu voluntad no consienta en disfrutar de esa sensación, o en deleitarte en ese mal pensamiento, no hay pecado ninguno. No es lo mismo sentir una atracción que paladear un gusto.
Para vencer los malos pensamientos que importunan, lo mejor es despreciarlos y distraerse con otra cosa. Muchas veces circunstancias exteriores, como las malas conversaciones, las lecturas peligrosas, las diversiones y espectáculos deshonestos y la televisión, suscitan pensamientos o deseos de cosas impuras. En estos casos el primer recurso es huir de aquellas circunstancias. Quien voluntariamente se pone, sin causa justa, en circunstancias que constituyen grave peligro y ocasión de consentir pensamientos o deseos malos, comete pecado grave.
Dice Jesucristo: «El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su corazón».
Nuestra moral cristiana no es una moral hipócrita, que se fija sólo en lo externo; al contrario, exige una congruencia entre el acto interno de la voluntad y la acción externa.
Hoy la televisión propaga las fantasías sexuales. Es un modo de difundir la inmoralidad, pues dicen los psicólogos que la idea lleva al acto. Por eso la moral católica manda rechazar los pensamientos y deseos deshonestos.
Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar también el camino que lleva a él. Se trata, naturalmente, de deseos de cosas prohibidas. Para los esposos son lícitos los deseos de todo aquello a lo que tienen derecho. Igualmente los novios pueden desear que llegue el día de su matrimonio.
Es claro que para que haya pecado en este mandamiento, como en cualquier otro, es necesario desear o recrearse voluntariamente en lo que está prohibido hacer. Quien tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos contra su voluntad, no peca. Sentir no es consentir. El sentir no depende muchas veces de nosotros; el consentir, siempre. El pecado está en el consentir, no en el sentir.
No creas que has consentido en un mal pensamiento porque haya durado más o menos. Puede ocurrir que te presente la imaginación toda una película de cosas, que si se piensan sin querer, no son pecado ninguno. Puede un pensamiento molestarte durante mucho tiempo, incluso durante días. Por muchas vueltas que te dé un mosquito, mientras tú no le dejes, no te pica. Si tú no aceptas el mal pensamiento, y haces todo lo posible por rechazarlo, no sólo no pecas, sino que mereces, y mucho, a los ojos de Dios.
Debes también distinguir entre el gusto y el consentimiento. Es muy posible que sientas atracción, que sufras conmoción orgánica; y, sin embargo, mientras tu voluntad no consienta en disfrutar de esa sensación, o en deleitarte en ese mal pensamiento, no hay pecado ninguno. No es lo mismo sentir una atracción que paladear un gusto.
Para vencer los malos pensamientos que importunan, lo mejor es despreciarlos y distraerse con otra cosa. Muchas veces circunstancias exteriores, como las malas conversaciones, las lecturas peligrosas, las diversiones y espectáculos deshonestos y la televisión, suscitan pensamientos o deseos de cosas impuras. En estos casos el primer recurso es huir de aquellas circunstancias. Quien voluntariamente se pone, sin causa justa, en circunstancias que constituyen grave peligro y ocasión de consentir pensamientos o deseos malos, comete pecado grave.
Es evidente el desorden que provoca en nosotros el entretenernos por gusto en pensamientos y deseos impuros; por esto lo prohibe Dios en este noveno mandamiento. Pero, además, estos pensamientos y deseos impuros desequilibran la sexualidad e incitan al pecado.
El Señor pone de relieve la energía con que debemos luchar contra el desorden de nuestras pasiones: "Si tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque te es mejor que parezca uno de tus miembros que no todo tu cuerpo sea arrojado al infierno" (Mt 5,29).
¿Qué nos manda el noveno mandamiento de la Ley de Dios?
El noveno mandamiento de la Ley de Dios nos manda que seamos puros y casto s en pensamientos y deseos.
¿Cuándo son pecado los pensamientos y deseos impuros?
Los pensamientos y deseos impuros son pecado cuando la voluntad se complace en ellos, aunque no se realice el acto impuro; pero no son pecado cuando la voluntad no los consiente y procura rechazarlos.
¿Cómo se logra la pureza del corazón?
La pureza de corazón se logra con la oración, la mortificación y la práctica de la castidad juntamente con la pureza de intención y de mirada.
Cinco buenas ideas para no alimentar los deseos impuros ?
Consentir deseos impuros es alimentarlos y fortalecerlos. Una forma de hacer esto es a través del consumo de pornografía, pues con esas imágenes se recrean los apetitos sexuales desordenados y se les permite invadir la voluntad de los individuos, hasta que terminan siendo esclavos de los impulsos sexuales.
A continuación presentamos algunos pasos para vencer algunas prácticas que atentan contra el noveno mandamiento.
1. Evita todo tipo de programas de televisión, revistas, periódicos, fotos u otra clase de objetos relacionados con la pornografía o cualquier otra forma de impureza sexual. Recuerda que todo comienza desde la vista; lo que viste te llevará a pensar en concretar el pecado. Es por esa razón que hay que evitar todo contacto visual con imágenes que pueden causarte la tentación.
2. Evita todo tipo de caricias fuera de lugar con tu novio o novia. Hay jóvenes que, después de estar con besos acalorados o manoseos, llegan a casa a ver pornografía debido a que sus instintos carnales se han alborotado. Si se desea vivir una vida que agrade a Dios en lo sexual, es necesario evitar las caricias fuera de lugar en el noviazgo.
3. Pon el televisor y tu computadora en un lugar de la casa donde todos puedan ver qué es lo que estás viendo. Ésta es una clave muy buena para evitar caer en deseos desordenados, puesto que entre más en intimidad estés, mas fácil será que caigas. Si tu computador está en tu cuarto y sólo tú tienes acceso a él y estás atado a la pornografía, te recomiendo que, por tu bien espiritual, saques el computador de ahí y lo pongas en la sala de tu casa.
4. Recurre a Cristo, búscalo en oración, pues no hay mejor forma que vencer estas ataduras que orando; crea un hábito diario de oración. También aliméntate de la Palabra de Dios; pero no sólo la leas por leerla: medítala, pídele a Dios que te haga comprender las verdades que en ella están escritas.
5. Recurre a los sacramentos. La Confesión te dará fuerza para vencer las tentaciones, la Eucaristía será un impulso a tu vida espiritual. Asiste a confesarte con la firme intención de no volver a caer, pero, si esto ocurriera, vuelve una y otra vez; alejarse de los sacramentos en momentos de dificultad espiritual dificulta el recuperarse.
Dios quiere hombres y mujeres libres, plenos y felices; dejarse dominar por los deseos desordenados nos convierte en esclavos de la sensualidad, y, como consecuencia, tenemos en poca estima nuestra naturaleza espiritual y esto nos aparta de Cristo.
La purificación del corazón:
Consentir deseos impuros es alimentarlos y fortalecerlos. Una forma de hacer esto es a través del consumo de pornografía, pues con esas imágenes se recrean los apetitos sexuales desordenados y se les permite invadir la voluntad de los individuos, hasta que terminan siendo esclavos de los impulsos sexuales.
A continuación presentamos algunos pasos para vencer algunas prácticas que atentan contra el noveno mandamiento.
1. Evita todo tipo de programas de televisión, revistas, periódicos, fotos u otra clase de objetos relacionados con la pornografía o cualquier otra forma de impureza sexual. Recuerda que todo comienza desde la vista; lo que viste te llevará a pensar en concretar el pecado. Es por esa razón que hay que evitar todo contacto visual con imágenes que pueden causarte la tentación.
2. Evita todo tipo de caricias fuera de lugar con tu novio o novia. Hay jóvenes que, después de estar con besos acalorados o manoseos, llegan a casa a ver pornografía debido a que sus instintos carnales se han alborotado. Si se desea vivir una vida que agrade a Dios en lo sexual, es necesario evitar las caricias fuera de lugar en el noviazgo.
3. Pon el televisor y tu computadora en un lugar de la casa donde todos puedan ver qué es lo que estás viendo. Ésta es una clave muy buena para evitar caer en deseos desordenados, puesto que entre más en intimidad estés, mas fácil será que caigas. Si tu computador está en tu cuarto y sólo tú tienes acceso a él y estás atado a la pornografía, te recomiendo que, por tu bien espiritual, saques el computador de ahí y lo pongas en la sala de tu casa.
4. Recurre a Cristo, búscalo en oración, pues no hay mejor forma que vencer estas ataduras que orando; crea un hábito diario de oración. También aliméntate de la Palabra de Dios; pero no sólo la leas por leerla: medítala, pídele a Dios que te haga comprender las verdades que en ella están escritas.
5. Recurre a los sacramentos. La Confesión te dará fuerza para vencer las tentaciones, la Eucaristía será un impulso a tu vida espiritual. Asiste a confesarte con la firme intención de no volver a caer, pero, si esto ocurriera, vuelve una y otra vez; alejarse de los sacramentos en momentos de dificultad espiritual dificulta el recuperarse.
Dios quiere hombres y mujeres libres, plenos y felices; dejarse dominar por los deseos desordenados nos convierte en esclavos de la sensualidad, y, como consecuencia, tenemos en poca estima nuestra naturaleza espiritual y esto nos aparta de Cristo.
La purificación del corazón:
cidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres (Hermas, mand. 2, 1).
La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Los "corazones limpios" designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf 1 Tm 4, 3-9; 2 Tm 2 ,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cf Tt 1, 15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe:
Los fieles deben creer los artículos del Símbolo ‘para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen’ (S. Agustín, fid. et symb. 10, 25).
A los ‘limpios de corazón’ se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a El (cf 1 Co 13, 12, 1 Jn 3, 2). La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir al otro como un ‘prójimo’; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.
La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Los "corazones limpios" designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf 1 Tm 4, 3-9; 2 Tm 2 ,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cf Tt 1, 15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe:
Los fieles deben creer los artículos del Símbolo ‘para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen’ (S. Agustín, fid. et symb. 10, 25).
A los ‘limpios de corazón’ se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a El (cf 1 Co 13, 12, 1 Jn 3, 2). La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir al otro como un ‘prójimo’; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.
El corazón es la sede de la personalidad moral: ‘de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones’ (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón
trabajado por : francys kimberly tito chero
decimo mandamiento :
no codiciaras bienes ajenos
«No codiciarás la casa de tu prójimo, ni desearás su mujer, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa de las que sean de él» (Ex. 20, 17).
El sétimo mandamiento (ver «Tesoros de la Fe», n° 48) nos prohíbe apoderarnos de lo ajeno o retenerlo contra la voluntad de su dueño: o sea toda injusticia externa, que consiste en la violación del derecho ajeno en los bienes de fortuna o que sean valorables.
El décimo se extiende además a los pecados internos de esta clase, y prohíbe hasta los deseos codiciosos de poseer los bienes ajenos por medios injustos e ilegales. Se extiende a contener nuestros inagotables deseos de poseer los bienes terrenos y caducos, para que los dirijamos a poseer los celestiales y eternos. Nos mandan practicar la virtud de la justicia y también apartar nuestra avarienta afición de lo que no nos pertenece por derecho y por justicia (Pbro. D. Eulogio Horcajo Monte de Oria, «El Cristiano Instruido en su Ley», Madrid, 1891, pp. 217-218).
El décimo mandamiento nos prohíbe el deseo de quitar a otros sus bienes y el de adquirirlos por medios injustos.
Dios prohíbe los deseos desordenados de los bienes ajenos porque quiere que aun interiormente seamos justos y que nos mantengamos siempre muy lejos de las acciones injustas.
El décimo mandamiento nos manda que estemos contentos con el estado en que Dios nos ha puesto, y que suframos con paciencia la pobreza cuando el Señor nos quiera en ese estado.
El cristiano puede estar contento aún en el estado de pobreza, si considera que la mayor felicidad es la conciencia pura y tranquila, que nuestra verdadera patria es el Cielo, que Jesucristo se hizo pobre por nuestro amor y ha prometido un premio especial a los que sufren con resignación la pobreza (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, p. 64).
es otras palabras el decimo mandamiento es :
•Se trata, naturalmente, de un deseo desordenado y consentido. Eso no quiere decir que sea pecado el desear tener, si pudieras lícitamente, una cosa como la de tu prójimo.
•El deseo de riquezas debe estar moderado por la virtud de la justicia distributiva y social.
•Y no podemos aspirar a ellas sino por medios lícitos y con fines honestos.
El deseo inmoderado de riquezas con fines egoístas y medios injustos provoca luchas sociales e incluso guerras entre las naciones
•Codicia es la idolatría del dinero.
•Es un deseo de poseer sin límites que lleva a la explotación.
•El ansia de dinero puede esclavizar lo mismo al que lo tiene que al que no lo tiene del prójimo, o a no compartir los bienes propios con los necesitados.
•La Iglesia exalta el desprendimiento de los bienes de este mundo.
La felicidad no está en tener muchas cosas, sino en saber disfrutar de lo que se tiene
El décimo mandamiento prohibe la codicia del bien ajeno, que es la raíz del robo, del pillaje y del fraude; prohibe dejarse llevar de la concupiscencia de los ojos, que lleva a tantos pecados; y prohibe la avaricia y la envidia, que son enemigas del orden y la concordia entre los individuos, las familias, los pueblos y las naciones.
Por la codicia de los bienes ajenos, ¡cuántas riñas y enemistades entre hermanos, entre pueblos!, ¡Cuántas desavenencias familiares y adulterios por desear la mujer del prójimo!
¿Qué nos prohibe el décimo mandamiento de la Ley de Dios?
El décimo mandamiento de la Ley de Dios nos prohibe el deseo desordenado de riquezas y la envidia de los bienes ajenos.
¿Qué nos enseña el décimo mandamiento de la Ley de Dios?
El décimo mandamiento de la Ley de Dios nos enseña a vivir desprendidos de los bienes materiales y a trabajar con diligencia para mejorar nuestra situación actual con el corazón abierto a las necesidades de los demás.
¿Cuál es el camino puesto por Dios para que los humanos lleguemos a la felicidad?
El camino puesto por Dios para que los hombres - individuos, familias, pueblos y naciones lleguemos a la felicidad con paz y amor en este mundo y en el Cielo escumplir los Diez mandamientos de la Ley de Dios.
trabajado por : francys kimberly tito chero
- ¿ Què significa este ùltimo mandamiento ?
Significa que no debes desear tener lo que otros tienen, no ser envidioso. Dios ha dado a cada hombre lo que El ha querido y a cada uno le pedirà cuenta del uso que de esos bienes haya hecho durante su vida.
Significa tambièn que està mal desear desordenadamente la riqueza y el poder.
trabajado por maria flores lobaton